Viaje por el Puerto de la Cruz (Parte 2)

Después de un buen vino blanco y una dorada, aún me queda apetito para ir a por otra excursión. Y no necesito ir muy lejos: el puerto es la joya de la ciudad. Ante mí se erige la mansión más antigua que resiste en el Puerto de la Cruz, la Casa de la Aduana. Esta oficina de aduanas fue construida en el 1620, lugar donde los cargueros que atracaban debían pagar el arancel. Por supuesto, hoy en día ya no se exigen aranceles en el puerto, sino que los turistas ofrecen algo de su dinero extra a cambio de pequeñas obras de arte de buena calidad que se llevan a casa como souvenir de las Canarias.

“Las Lonjas”, antes conocida como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos.

“Las Lonjas”, antes conocida como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos.

Pasando “Las Lonjas”, antes conocido como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos, nos encontramos en la Plaza de Europa. Esta espaciosa plaza está dominada por la presencia del Ayuntamiento, que hace gala de su escudo de armas a la entrada del portal. Los seis cañones de hierro fundido del siglo XVIII dan a la Plaza de Europa un cierto aura de fortificación, que bien pudo servir para dar protección a su alcalde cuando hubiera peligro de ataque.

Ajetreo en el casco histórico

Luego de este largo paseo junto a la avenida marítima ahora le damos la espalda al mar y nos encaminamos hacia el casco histórico. Aquí, la vida es incluso más agitada y colorida que en el puerto. Además del gran número de visitantes y vendedores se encuentran especialmente majestuosas y antiguas casas señoriales, con sus famosos anchos balcones de madera que sobresalen hacia los íntimos patios interiores, llamando la atención de los turistas.

El pintoresco casco histórico del Puerto de la Cruz le invita a dar un paseo por sus calles.

El pintoresco casco histórico del Puerto de la Cruz le invita a dar un paseo por sus calles.

No debería pasar por alto la histórica zona peatonal del Hotel Marquesa, que examinamos brevemente. Nos gustó, especialmente el patio con azulejos de colores y las macetas con palmito. Rodeando el patio, en lo alto se observa la balconada de madera, que dan paso a todas las cómodas habitaciones. El conde de la ciudad construyó este palacio en 1712 para una familia de nobles y luego en 1884 abrió como hotel para uso turístico.

Palacios y mansiones dignos de ver

En la Calle Quintana, las antiguas casas señoriales sirven hoy en día como tiendas y restaurantes. A su lado, llegamos a la Iglesia de San Francisco, la cual contrasta con la zona verde de la plaza. Esto no nos sorprende, ya que, después de todo, la Iglesia de San Francisco fe construida entre 1599 y 1608, siendo el edificio religioso más antiguo de la ciudad. Sin embargo, a tan sólo unos minutos se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, de gran importancia en la historia del arte. La Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, construida entre el 1681 y el 1687, posee un impresionante retablo barroco obra de Luis de la Cruz, que ocupa el frente del altar hasta la cubierta por completo. Además, tiene dos estatuas, la Virgen de los Dolores y Santo Domingo, ambas obras de Luján Pérez.

Plaza de la Iglesia de San Francisco.

Plaza de la Iglesia de San Francisco.

Nos ponemos en marcha junto al grupo de visitantes hacia el frente de la Casa Iriarte. Ésta es la mansión donde nació Tomás Iriarte en 1751, uno de los poetas más respetados del siglo XVIII en España. Con la publicación de sus Fábulas Literarias trató de hacer que los paisanos españoles adquirieran un mejor gusto literario, al estilo impuesto por la Ilustración. Como dramaturgo, Iriarte escribió obras en las que la ociosa nobleza reprochaba o alababa a los laboriosos ciudadanos. A día de hoy se puede disfrutar de la arquitectura de esta mansión, al estilo canario, con balcones tallados en madera y patio interior. Para aquellos a los que le guste el bordado, las pinturas al óleo o las pastel, quedarán satisfechos con esta terapia de venta al por menor.

Directamente al lado opuesto se erige en las alturas la Torre Ventoso, la cual pertenece a este mismo palacio. En ella, nobles y burguesía vigilaban desde su cima los cargueros que llegaban al puerto con mercancía. Estas torres o fortificaciones que se erigen sobre la miríada de casas señoriales pertenecían a familias de alto rango, tales como los Gimignano de la Toscana o la antigua ciudad imperial de Regensburg.

Ahora que ya es de tarde y hemos disfrutado de tantas atracciones, es momento de relajarnos y refrescar el cuerpo. Nos tomamos un espresso en una d elas cafeterías que hay en el centro del casco histórico, en la Plaza del Charco. Con un buen café y el sonido de una banda callejera que toca un bolero, me pongo en marcha para disfrutar otros puntos de la ciudad.

La famosa Plaza del Charco en el Puerto de la Cruz.

La famosa Plaza del Charco en el Puerto de la Cruz.

De vuelta hacia la avenida marítima, llegamos a la Capilla de San Telmo. Desde afuera se ve su fachada blanca e inmaculada, una capilla que goza de gran reputación entre los marineros y los pescadores, ya que la figura de San Pedro González Telmo ayuda a la gente en alta mar. En ésta la gente de origen alemán en el Puerto de la Cruz dan misa los domingos, predicando un sermón de confort y confianza.

Mas allá de la avenida marítima se extiende la gran atracción de la ciudad: la Costa Martiánez. El internacionalmente conocido arquitecto César Manrique, nacido en Lanzarote creó este paraíso acuático. Entre los laureles de Indias, los palmitos mediterráneos y otras exóticas plantas, se extiende un parque acuático de lagos artificiales, islas de lava negra y resplandecientes zonas verdes.

Vista de uno de los puntos de referencia del Puerto de la Cruz, Costa de Martíanez.

Vista de uno de los puntos de referencia del Puerto de la Cruz, Costa de Martíanez.

Oasis verde en el Puerto de la Cruz

Caminamos un poco sobre la costa de lava de Playa Martíanez, donde unos valientes jóvenes se lanzan a la espuma de mar. Debemos darnos prisa si queremos llegar al famoso Jardín Botánico, antes de que cierre a las 19:00. El rey Carlos III de España hizo el Jardín Botánico aquí, convencido de aclimatar las plantas tropicales aquí. Gracias al clima de las Islas Canarias y el buen mantenimiento del Jardín, puede ver plantas tropicales como orquídeas, cafetales y otras especies exóticas como la pimienta, el mango o los tulipanes. Un paseo por la orilla de gravilla, con fuentes y parterres hacen que el tiempo vuele.

Por todo esto, hoy no nos ha sido posible visitar la mayor attracción de la isla, el zoo más visitado de toda España, el Loro Parque. Los loros, delfines, leones de mar, orcas, ballenas y monos, deben esperar por nosotros hasta mañana, cuando les visitemos. Una vez allí, les aplaudiremos a ellos y las obras de arte que se hayan en el anfiteatro.

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