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Viaje por el Puerto de la Cruz (Parte 2)

Después de un buen vino blanco y una dorada, aún me queda apetito para ir a por otra excursión. Y no necesito ir muy lejos: el puerto es la joya de la ciudad. Ante mí se erige la mansión más antigua que resiste en el Puerto de la Cruz, la Casa de la Aduana. Esta oficina de aduanas fue construida en el 1620, lugar donde los cargueros que atracaban debían pagar el arancel. Por supuesto, hoy en día ya no se exigen aranceles en el puerto, sino que los turistas ofrecen algo de su dinero extra a cambio de pequeñas obras de arte de buena calidad que se llevan a casa como souvenir de las Canarias.

“Las Lonjas”, antes conocida como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos.

“Las Lonjas”, antes conocida como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos.

Pasando “Las Lonjas”, antes conocido como “mercado de intercambio” de pescado y otros productos, nos encontramos en la Plaza de Europa. Esta espaciosa plaza está dominada por la presencia del Ayuntamiento, que hace gala de su escudo de armas a la entrada del portal. Los seis cañones de hierro fundido del siglo XVIII dan a la Plaza de Europa un cierto aura de fortificación, que bien pudo servir para dar protección a su alcalde cuando hubiera peligro de ataque.

Ajetreo en el casco histórico

Luego de este largo paseo junto a la avenida marítima ahora le damos la espalda al mar y nos encaminamos hacia el casco histórico. Aquí, la vida es incluso más agitada y colorida que en el puerto. Además del gran número de visitantes y vendedores se encuentran especialmente majestuosas y antiguas casas señoriales, con sus famosos anchos balcones de madera que sobresalen hacia los íntimos patios interiores, llamando la atención de los turistas.

El pintoresco casco histórico del Puerto de la Cruz le invita a dar un paseo por sus calles.

El pintoresco casco histórico del Puerto de la Cruz le invita a dar un paseo por sus calles.

No debería pasar por alto la histórica zona peatonal del Hotel Marquesa, que examinamos brevemente. Nos gustó, especialmente el patio con azulejos de colores y las macetas con palmito. Rodeando el patio, en lo alto se observa la balconada de madera, que dan paso a todas las cómodas habitaciones. El conde de la ciudad construyó este palacio en 1712 para una familia de nobles y luego en 1884 abrió como hotel para uso turístico.

Palacios y mansiones dignos de ver

En la Calle Quintana, las antiguas casas señoriales sirven hoy en día como tiendas y restaurantes. A su lado, llegamos a la Iglesia de San Francisco, la cual contrasta con la zona verde de la plaza. Esto no nos sorprende, ya que, después de todo, la Iglesia de San Francisco fe construida entre 1599 y 1608, siendo el edificio religioso más antiguo de la ciudad. Sin embargo, a tan sólo unos minutos se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, de gran importancia en la historia del arte. La Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, construida entre el 1681 y el 1687, posee un impresionante retablo barroco obra de Luis de la Cruz, que ocupa el frente del altar hasta la cubierta por completo. Además, tiene dos estatuas, la Virgen de los Dolores y Santo Domingo, ambas obras de Luján Pérez.

Plaza de la Iglesia de San Francisco.

Plaza de la Iglesia de San Francisco.

Nos ponemos en marcha junto al grupo de visitantes hacia el frente de la Casa Iriarte. Ésta es la mansión donde nació Tomás Iriarte en 1751, uno de los poetas más respetados del siglo XVIII en España. Con la publicación de sus Fábulas Literarias trató de hacer que los paisanos españoles adquirieran un mejor gusto literario, al estilo impuesto por la Ilustración. Como dramaturgo, Iriarte escribió obras en las que la ociosa nobleza reprochaba o alababa a los laboriosos ciudadanos. A día de hoy se puede disfrutar de la arquitectura de esta mansión, al estilo canario, con balcones tallados en madera y patio interior. Para aquellos a los que le guste el bordado, las pinturas al óleo o las pastel, quedarán satisfechos con esta terapia de venta al por menor.

Directamente al lado opuesto se erige en las alturas la Torre Ventoso, la cual pertenece a este mismo palacio. En ella, nobles y burguesía vigilaban desde su cima los cargueros que llegaban al puerto con mercancía. Estas torres o fortificaciones que se erigen sobre la miríada de casas señoriales pertenecían a familias de alto rango, tales como los Gimignano de la Toscana o la antigua ciudad imperial de Regensburg.

Ahora que ya es de tarde y hemos disfrutado de tantas atracciones, es momento de relajarnos y refrescar el cuerpo. Nos tomamos un espresso en una d elas cafeterías que hay en el centro del casco histórico, en la Plaza del Charco. Con un buen café y el sonido de una banda callejera que toca un bolero, me pongo en marcha para disfrutar otros puntos de la ciudad.

La famosa Plaza del Charco en el Puerto de la Cruz.

La famosa Plaza del Charco en el Puerto de la Cruz.

De vuelta hacia la avenida marítima, llegamos a la Capilla de San Telmo. Desde afuera se ve su fachada blanca e inmaculada, una capilla que goza de gran reputación entre los marineros y los pescadores, ya que la figura de San Pedro González Telmo ayuda a la gente en alta mar. En ésta la gente de origen alemán en el Puerto de la Cruz dan misa los domingos, predicando un sermón de confort y confianza.

Mas allá de la avenida marítima se extiende la gran atracción de la ciudad: la Costa Martiánez. El internacionalmente conocido arquitecto César Manrique, nacido en Lanzarote creó este paraíso acuático. Entre los laureles de Indias, los palmitos mediterráneos y otras exóticas plantas, se extiende un parque acuático de lagos artificiales, islas de lava negra y resplandecientes zonas verdes.

Vista de uno de los puntos de referencia del Puerto de la Cruz, Costa de Martíanez.

Vista de uno de los puntos de referencia del Puerto de la Cruz, Costa de Martíanez.

Oasis verde en el Puerto de la Cruz

Caminamos un poco sobre la costa de lava de Playa Martíanez, donde unos valientes jóvenes se lanzan a la espuma de mar. Debemos darnos prisa si queremos llegar al famoso Jardín Botánico, antes de que cierre a las 19:00. El rey Carlos III de España hizo el Jardín Botánico aquí, convencido de aclimatar las plantas tropicales aquí. Gracias al clima de las Islas Canarias y el buen mantenimiento del Jardín, puede ver plantas tropicales como orquídeas, cafetales y otras especies exóticas como la pimienta, el mango o los tulipanes. Un paseo por la orilla de gravilla, con fuentes y parterres hacen que el tiempo vuele.

Por todo esto, hoy no nos ha sido posible visitar la mayor attracción de la isla, el zoo más visitado de toda España, el Loro Parque. Los loros, delfines, leones de mar, orcas, ballenas y monos, deben esperar por nosotros hasta mañana, cuando les visitemos. Una vez allí, les aplaudiremos a ellos y las obras de arte que se hayan en el anfiteatro.

Saludos desde Puerto de la Cruz – Viaje por el norte de Tenerife

Bien descansado, miro por la ventana hacia el Teide. El volcán viste hoy una corona de blancas nubes y redondos diamantes azules, lo cual promete que habrá un día agradable. Luego, saliendo de los balcones del Hotel Aquila, como su nombre indica, tenemos una “vista de pájaro” de la negrísima lava en la colina, sobre el pueblo de Puerto de la Cruz y el océano.

Puerto de la Cruz, la antigua capital de Tenerife, es hoy en día un destino turístico.

Puerto de la Cruz, la antigua capital de Tenerife, es hoy en día un destino turístico.

Ante mí veo cómo las casas se extienden como un plato por la ciudad, con amplias zonas verdes y en el fondo la inmensidad del océano. ¡Qué gran día para admirar la “perla” de Tenerife en su máximo esplendor y disfrutarla con todos tus sentidos!

Después de un sustancioso desayuno con “queso fresco”, el queso de cabra de Canarias, nos ponemos de camino hacia nuestra excursión para disfrutar de la belleza del Puerto de la Cruz.

Paisaje de montañas volcánicas

Al principio, el descenso desde el hotel es un tramo bastante sucio, con la entrada para coches muy transitada, así que sabiamente la hemos evitado. Caminamos junto a montones de carbón, arena volcánica, lava, sedimentos, rocas y de vez en cuando algún cactus, que delimitan el camino. Luego, el oscuro volcán que escalamos va perdiendo gradualmente sus onduladas praderas. Ahora, frente a nosotros aparecen las primeras casas al otro lado del barranco, el cañón donde se extiende una amplia platanera donde los pequeños pero muy dulces “plátanos de Canarias” se cultivan. Ahora sí que caminamos sobre suelo en buenas condiciones, junto a casas, villas, hoteles y jardines sobre el Parque Taoro.

Vista del Puerto de la Cruz por la tarde.

Vista del Puerto de la Cruz por la tarde.

La amplia zona verde brilla juguetonamente sobre las fuentes y los lagos, los frondosos campos verdes van siempre acompañados de pequeños miradores y bancos. Sin embargo, lo más impresionante son las elevadísimas palmeras, las maravillosas plataneras y los exóticos dragos. Para completar el Parque, hay además un gran edificio que es el Casino Taoro. Sin embargo, si hay alguien que esté pensando en entrar en un banco, robar, y dejar Tenerife siendo millonario, es pero que muy equivocado. Ya que desde 2006 aquí reina el motto “rien ne va re plus”, “ya nada funciona”. Cualquiera que quiera jugar ahora, tiene que bajar a la Costa de Martiánez. No he gastado mi dinero antes, pero si bajamos hemos de hacerlo. Detrás del viejo casino , cruzamos de nuevo los atractivos y bien conservados jardines de “Jardín de Orquídeas de Sitio Litre”. En medio del parque está el majestuoso sitio de la familia Sitio Litre, la cual en el siglo XVII decidió crear este jardín en su encantador jardín privado. La mansión fue en su tiempo muy famosa a raíz de sus invitados, tales como Alexander von Humbolt y Agathe Christi, entre otros. Incluso hoy en día, está en manos de dueños de clase alta.

Ahora que hemos dejado el parque, el verde es escaso, pero hay mayor número de viviendas, el tráfico es denso y la hay más población. Cuanto más nos alejamos, más cerca del mar estamos y luego de algunas curvas en el camino ya puedes ver la espuma blanca del océano sobre Playa Jardín En el Barranco San Felipe, ahora seco, una cascada inclinada se arremolina cuando hay tormenta, cuando el agua corre turbulenta; estamos dándole la espalda al Atlántico.

En el Puerto de la Cruz existe siempre la oportunidad de nadar en el Atlántico, como aquí, en la Calle San Telmo.

En el Puerto de la Cruz existe siempre la oportunidad de nadar en el Atlántico, como aquí, en la Calle San Telmo.

Una vez en la Playa Jardín nos damos cuenta de que no es realmente un jardín en la playa, como dice su nombre, sino que es una bahía ganada al mar en la que las olas alcanzan a los bañistas con cierta fuerza. De todas maneras, como de buena mañana el agua está bastante fría, no nos dan ganas de ponernos en bañador, sino que preferimos irnos de turismo.

Puerto de la Cruz como punto de comercial para los españoles

Tan sólo unos metros más allá nuestros deseos se cumplen, ya que frente a nosotros está el Castillo de Felipe, el cual desde el siglo XVII ha resistido las olas de ataques enemigos. La pequeña y maravillosa fortaleza construida por el rey Felipe IV (1621 – 1665) sirvió como cimientos de piedra sobre la que el Puerto de la Orotava fue erigido durante su mandato. El objetivo en construir esta ciudad fue la exportación del vino producido en Tenerife. Luego en 1813 la ciudad recibió el nombre que posee hoy en día, Puerto de la Cruz. El vino de la tierra es bueno, pero la subida de la marea y fuerte oleaje hizo de la carga y descarga de los barcos algo problemática, por lo que más tarde se trasladó la capital a Santa Cruz, cuyo puerto cubierto le superaba completamente.

El castillo y sus alrededores

Hasta los turistas disfrutan de esta ciudad de 35.000 visitantes. Se debe destacar el castillo de Philippe, construido en estilo colonial español. Hoy en día, cuando pasamos sobre el puente levadizo para entrar al castillo y miramos más allá de las aspilleras, no queda lugar a fantasear. Sólo hay que imaginarse los cañones de hierro fundido, amenazando a las afueras del castillo, que una vez presenciaron las batallas contra piratas.

Paseo al museo histórico

Durante el paseo, tenemos a nuestra izquierda el mar, mientras que a la derecha está el Estadio el Peñón. El equipo de fútbol CD Tenerife es bastante poco constante, estando hace unos años en Primera División y ahora en Segunda. Nos dirigimos hacia el ajetreado centro, pero antes nos pasamos brevemente por el Museo Arqueológico. El museo, que se encuentra en una mansión del siglo XIX, muestra reliquias de los nativos de las islas, los Guanches, que vivían ahí antes de la conquista de los españoles. Luego de visitar el museo, hace bastante calor y vemos a los pequeños botes mecerse suavemente en el Puerto Pesquero, pero al igual que algunos turistas y lugareños, me quedo en bañador y bajo las escaleras del muelle, para mecerme entre las olas del muelle y bañarme en sus tranquilas aguas. A pesar del rompeolas que lo protege del mar abierto, uno puede nadar bastantes metros. Con tal actividad te entra hambre, así que voy con mi esposa -que está contenta de que escapaba de las olas- hasta una marisquería cercana para recuperar las fuerzas con algo de “pescado al vino” para la siguiente excursión.

¡Continuará!

Paisaje lunar en el Teide

Siempre he creído que la gente encuentra la felicidad viviendo en áreas remotas, innacesibles para la mayor parte del mundo. Así se cuenta en la narración épica más antigua del mundo, Gigalmesh, en la que el héroe arranca la flor de la inmortalidad allá en los límites del mundo.

Las Islas Canarias como Las Afortunadas

Los antiguos griegos alababan las islas más allá del océano así como el Jardín de las Hespérides, donde las manzanas de oro crecían y el cual estaba protegido por el dragón Ladon. También alababan Las Afortunadas, el hogar donde las ninfas vivían felices. Hoy en día conocemos a estas Islas por el nombre de Islas Canarias.

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En la antigua Grecia, había un pequeño bote que iba a las Islas Canarias, que servía de faro en mitad del vasto océano, como guía para los marineros que viajaban a Las Afortunadas, tal y como nombraron al archipiélago.

Los romanos continuaron la tradición y llamaron al archipiélago “Fortunata Insulae” (“Las Afortunadas”). En aquellos tiempos, prácticamente nadie llegaba a tales islas, sólo el mítico héroe Hércules pasó brevemente por ellas, golpeó al dragón Ladon en la cabeza para que muriese, cogió las manzanas de oro y desapareció. En aquel entonces, nadie podía llegar a creerse que en esta parte del mundo hubiera lugar para la felicidad. Una débil seña de esta felicidad aparece en las letras del viajero Alexander von Humboldt cuando escribe sobre el volcán Teide:

“Ningún lugar en el mundo parece más apropiado para acabar con la melancolía y la tristeza y recobrar la tranquilidad que éste, Tenerife.”

Místico, majestuoso, el Teide domina toda la isla.

Místico, majestuoso, el Teide domina toda la isla.

Si hoy cogemos un avión en Alemania y volamos hacia las Islas Canarias, las islas “de los canes”, sabemos muy bien que no hay tales manzanas de oro, ni mucho menos ninfas, pero quizás muchos aún no sepan que sí existe un lugar casi desconocido para el mundo y que hace que nuestro planeta azul se parezca un poco más al paisaje lunar. Aquí eso es posible, por ello quiero describirlo a través de mi breve reportaje.

Centro del orta de la isla – Puerto de la Cruz

Para hacer nuestro “casi viaje a la luna” no cogemos ningún cohete espacial, sino los serpenteantes caminos del centro histórico del Puerto de la Cruz. En nuestro coche, recorremos las calles del pintoresco puerto pesquero, con sus casas coloniales en pleno centro, hacia los jardines y las plataneras con las que finaliza el pueblo. Una vez pasadas algunas casas dispersas y pintorescas villas, nos dirijimos al siguiente pueblo: La Orotava, una pieza de joyería.

La famosa Casa de los Balcones, en la Orotava, del siglo XVII.

La famosa Casa de los Balcones, en la Orotava, del siglo XVII.

Encantadora, La Orotava

Ya que el centro histórico está cerrado al tráfico, exploramos las exquisiteces históricas a pie. Y el paseo sin duda vale la pena. Las casas coloniales con balcones de madera son realmente impresionantes. Un gran ejemplo de la espectacular arquitectura canaria se encuentra en la doble “Casa de los Balcones”, consturida en el siglo XVII.

El Convento de Santo Domingo fue construido por misioneros españoles tras la subyugación de los aborígenes canarios, los Guanches. No es hasta 1835 que el monasterio pasa a manos de la orden dominical. “Orotava” también significa “ciudad de las flores”, tal y como se puede ver en los jardines-terraza del Jardín Victoria, con sus numerosas buganvillas, el azul y naranja de Sagitario.

Continuamos hacia las montañas

La Plaza de la Constitución está delimitada por los colores de sus numerosas flores y plantas. En la festividad del Corpus Christi puede maravillarse viendo las flores en su máximo esplendor, cuando La Orotava se cubre con alfombras de arena de los más singulares colores. Finalmente, decidimos subir incluso más y por eso dejamos atrás las flores y creaciones artísticas del encantador pueblo para subir colina arriba. A lo largo de anchas curvas inclinadas a través de bosques de pino subimos y de nuevo nos encontramos en la ladera de las montañas. Por las ventanas abiertas de nuestro coche se cuelan el aire fresco y olor a resina de los árboles.

El desértico paisaje lunar de camino al pico del Teide.

El desértico paisaje lunar de camino al pico del Teide.

Alcanzar las estrellas

Con cada metro que hacemos a coche, nos acercamos un poco más a las estrellas. No sólo porque estemos ganando altitud, sino porque sabemos que ya hemos sobrepasado los 2390 metros de altitud en el Observatorio del Teide, después de haber recorrido una corta distancia. Aquí el aire es tan puro y el cielo tan claro que incluso de noche, ninguna luz artificial puede interferir en la vista de la luna y las estrellas. Por ello, es aquí donde se ha instalado el mayor telescopio de Europa. Para aquellos interesados en la observación de las estrellas, deben saber que este espacio ofrece mediante reserva un programa de astronomía. El astrofísico que dirige aquí las investigaciones está especializado principalmente en la exploración científica del viento solar.

Teide, hogar de dioses y demonios

Desde el sol hacia la luna, así podríamos denominar a este viaje. De vez en cuando, se topará con trazas de vegetación que están diseminadas por el negrísimo asfalto de lava, o las piedra pómez de ligero color marrón que nos rodean después de unos metros en el paisaje lunar de Las Cañadas. Ésta es una caldera con un diámetro de 17 metros en forma de herradura. El resultado es un anfiteatro creado a base de avalanchas rocosas que se representan en una gran variedad de colores, donde los tonos más oscuros predominan. A causa del enorme desplazamiento de tierras que ocurrió hace unos 180.000 años el predecesor del Teide, el volcán Pico Viejo, produjo una gran erupción que provocó la creación del volcán Teide a su lado. Pero el transporte de sedimento y roca volcánica fueron más allá. En 1798 Pico Viejo erupcionó de nuevo, escupiendo coladas de lava que formarían las llamadas Narices del Teide, un mar de roca negra. El 18 de noviembre de 1909 el Teide sufrió su última erupción.

La naturaleza como artífice.

La naturaleza como artífice.

La naturaleza como artífice. Las extrañas formaciones rocosas fascinan a los visitantes.
El paisaje rocoso, desértico y con prácticamente ningún tipo de vegetación aparece como un espectro de paisaje lunar. Los lugareños, que lo sabían con tan sólo mirar a la luna, hicieron de este paisaje original su mítica rima. Para los guanches Echeyde (el Teide, y posteriormente, para referirse a Tenerife) era la entrada al infierno donde moraba el diablo, Guayota, el cual había capturado a la diosa del Sol, Magec. Ahora la tierra estaba sumida en la oscuridad, hasta que el bueno de Achamán venció al demonio y liberó a la diosa Magec. La entrada a la boca del volcán está bloqueada por Achamán y su “pan de azúcar”. Esperemos que no sea desbloqueado jamás.

Desde los bisques de laurel al mar – Excursiones en el norte de Tenerife

Empezamos nuestro viaje desde el Puerto de la Cruz. Este nombre se le dio al pueblo de 35.000 personas en 1813. Antes de esto, se le conocía como Puerto de la Orotava, ya que desde aquí se exportaba vino de las vides de La Orotava.

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Vista desde Playa de San Roque en las Montañas de Anaga.

La ciudad en sí no es un lugar ideal para comenzar senderismos o excursiones, pero tiene mucho que ofrecer como destino turístico. Incluso el naturista Alexander von Humboldt, que pasó algo de tiempo en Tenerife en 1799, alabó su belleza natural y escribió sobre ella:

“No hay lugar en el mundo más apropiado para desvanecer la tristeza que éste.”

Salida desde Santa Cruz de Tenerife

Dejamos atrás el pintoresco pueblo del Puerto de la Cruz con sus antiguas casas señoriales y la elegante avenida junto a la playa y nos movemos por la autopista hacia Santa Cruz.

Poco después de partir, recordamos la historia de la isla gracias a las señalizaciones que rezan “La Matanza” y “La Victoria”. En 1594 los españoles fueron vencidos por los aborígenes canarios en La Matanza, batalla por la cual recibiera su nombre. Pero, ¿quiénes eran estos nativos y cómo vivían?

Los aborígenes reciben el nombre de “guanches”, que en el lenguaje bereber significa “hijo de Tenerife”. Alrededor del 500 AC emigraron desde la costa norte de África hacia las islas. Vivían mayormente en cuevas y se vestían con pieles de cabra. Araban la tierra con palos y cultivaban trigo y cebada. Los guanches lucharon contra los españoles con palos puntiagudos de madera y garrotes. Eran granjeros y pastores, en su mayoría, aproximadamente 30.000 personas, frente a las fuerzas europeas que luchaban con sus mosquetes. Los guanches sólo tenían una oportunidad, y aún así se hicieron con algunas victorias.

La Plaza del Adelantado en La Laguna

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Casa en La Laguna, en Tenerife.

Seguimos conduciendo y cogimos la salida “La Laguna” de la autopista. Tratamos de evitar el caótico tráfico y el tranvía para terminar en La Laguna, donde está la Plaza del Adelantado (el cual regentaba la ciudad).

Así, ya nos encontramos en el centro de eventos históricos de importancia, La Laguna, cuyo nombre se atribuye a Alfonso Fernández de Lugo. Este hidalgo era un tradicional aventurero aristocrático de Andalucía, como otros conquistadores famosos, como Cortez o Pizarro, que buscaban oro y felicidad en tierras lejanas. Pero Lugo tuvo éxito; derrotó a los guanches en 1496 y mantuvo a la isla entera bajo su poder. En el mismo año fundó La Laguna (aquí solía haber un pequeño lago, de ahí que recibiera su nombre), construyó una bella residencia y se casó dos años después, gobernando durante 29 años sobre Tenerife.

Una curiosidad sobre su esposa. Ésta era la mágica y seductiva Beatriz de Bobadilla. Recibió el apodo de “la cazadora” no sólo por ser la profesión de su padre, sino porque había sido la amante de Fernando de Castilla, más tarde se casó con Hernán Peraza –conde de La Gomera- y finalmente con Lugo. Pero también estuvo con Cristóbal Colón, que pasaba por La Gomera en su viaje hacia las Américas, y también se cuentan sus amoríos en tierras madrileñas.

La Laguna, la antigua capital de las Islas Canarias (Santa Cruz es capital sólo desde 1723) encanta a sus visitantes por sus mansiones coloniales de los siglos XVII y XVIII. Estos palacetes de magníficas fachadas poseen palmeras en sus avenidas y espaciosos patios.

Ahora dejamos la cultura de forma literal, ya que el Palacio Episcopal es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para lanzarnos a los brazos de la madre naturaleza. El contraste entre la desbordante ciudad universitaria y el centro de negocios lagunero contra el fresco, solitario monte de Las Mercedes no podría ser mejor.

Desde el Monte de las Mercedes hacia las Montañas de Anaga

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Sendero a través de las Montañas de Anaga.

Un bosque perenne, lleno de árboles de laural y fresales, maquis, matorrales y plantas al más puro estilo de una jungla en el verde salvaje, que además gracias a los vientos que a menudo le atraviesan dejan en él una espesa neblina. Bordeando muchas curvas, sorteamos el Bosque de las Mercedes hasta llegar al pico más alto de las Montañas de Anaga (960 metros). Aquí, en el Mirador de Pico del Inglés disfrutamos de una encantadora vista del tejado color verde que nos regala Anaga, y más allá del azul turquesa del mar.

La mejor manera de conocer el paisaje es yendo de senderismo y experimentándolo con todos tus sentidos, por eso es por lo que estamos en ello, caminando a través de las Montañas de Anaga. Empezamos desde una casa vieja cerca del bosque de Anaga y vamos por un camino de ganado por el que ya los guanches en sus tiempos habían transportado material. El camino se abre paso entre las numerosas curvas, ambos lados cubiertos de árboles de laural, arbustos y líquenes. Pero sobre todo maquis que cercan el sendero a ambos lados haciendo que nada más se vea. Luego de una inclinación, la imagen cambia inesperadamente. El camino húmedo y fangoso a media tarde y con olor a humedad se vuelve seco, rocoso y de ladera inclinada. El bosque está ahora detrás nuestra, y frente a nosotros pequeños viñedos escalonados y huertos de calabaza, junto a limoneros, naranjeros y dragos.

El silencio y la soledad que nos envolvía en los bosques por más de una hora de camino ahora se interrumpen por los ladridos de un perro, los balidos de las cabras y ovejas. También vemos a gente, muy afanados granjeros, que han creado un paisaje cultural en cuyos campos las ovejas pastan.

Nos ponemos en marcha por el Barranco de la iglesia y llegamos a la plaza de la Villa de Taganana, donde el sendero de ganado acaba. En frente a nosotros se ven las brillantes aguas, acantilados rocosos, lava negra y bahía arenosa. Después de otra media hora de descenso llegamos a Playa de Roque, donde podemos nadar y comer pescado.

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Playa de San Roque.

Ya que no tenemos una mula, dejamos atrás el sendero para el ganado y el camino de vuelta lo realizamos en un autobús.

Agencia Inmobiliaria situada en la Plaza del Charco, Puerto de la Cruz.

Agencia Inmobiliaria situada en la Plaza del Charco, Puerto de la Cruz.

Aquí es donde está nuestra agencia, Puerto de la Cruz, al lado de la Plaza del Charco.

Aquí es donde está nuestra agencia, Puerto de la Cruz, al lado de la Plaza del Charco.

Hemos encontrado una localización perfecta para la apertura de nuestra nueva agencia. Es en la esquina entre la Calle Luis de la Cruz y Calle San Agustín de Betancourt, en el corazón de Puerto de la Cruz, cerca de la Plaza del Charco.

En aproximadamente dos meses la proveeremos con todo lo necesario para la presentación de propiedades seleccionadas. Ya sean apartamentos, estudios, áticos, cabañas o villas. Éste es un agradable lugar donde trabajar, localizado en Tenerife.

Hay muchísimo movimiento en esta esquina del Puerto, y habrá más, mire aquí en esta foto:

Aquí tiene una pista.

Aquí tiene una pista.

Nos queda mucho trabajo por delante para las semanas próximas, tanto dentro como fuera. Queremos compartirlo con ustedes. Échele un vistazo de vez en cuando, ¡esperamos verle!

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Reforma de la oficina en el Puerto de la Cruz.

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